Viña Miguel Torres explora nuevas ubicaciones en la Región de los Lagos ante cambio climático: “La respuesta está en viajar hacia el sur”
A partir de los resultados en la elaboración de vinos tras un acuerdo con productores de Osorno, la compañía “está viendo la posibilidad de comprar tierras” en esa zona, señala Miguel Torres, presidente del grupo.
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Las vides son altamente sensibles al cambio climático, tal como saben a la perfección los gestores de Familia Torres –matriz de la viña Miguel Torres Chile- a lo largo de cinco generaciones familiares en el negocio, sobre todo en los últimos 40 años donde la temperatura media ha subido en un grado en la región catalana del Penedès, su zona de producción desde 1870.
Para Miguel Torres Riera, presidente del grupo, un hito decisivo ante lo que define como la mayor amenaza que enfrenta la industria tuvo lugar en 2007 al ver el emblemático documental “Una verdad incómoda” de Al Gore. “Me impactó mucho y pensé inmediatamente que aquello nos iba a afectar mucho a quienes vivimos de la tierra y de las viñas”, explica sobre el momento en el cual decidió pasar a la acción en la protección al medioambiente. Así, en 2008 creó el programa Torres & Earth para propiciar la adaptación de la empresa y reducir su huella de carbono, destinando el 11% de los beneficios a proyectos relacionados con esos objetivos.
Con inversiones que a la fecha ascienden a 18 millones de euros, Familia Torres ostenta logros como la baja de 35% de las emisiones de CO2 por botella el año pasado, dentro de su meta de superar el 50% en 2030 y convertirse en una bodega de cero emisiones netas hacia 2040. “Hacemos todo lo que podemos, sobre todo tratando de influenciar a otras bodegas”, relata Torres sobre sus iniciativas como la creación en 2019 de la International Wineries for Climate Action (IWCA) junto Jackson Family Wines de California, asociación que estimula las estrategias innovadoras en reducción de huella de carbono que integran 35 viñas de nueve países.
Estrategia de crecimiento
De la experiencia en Cataluña, Miguel Torres ha constatado los efectos directos del cambio climático en la viticultura: actualmente la vendimia tiene lugar diez días antes que hace dos décadas, transformación que podría influir en la calidad de los vinos si llega a producir desfases entre las distintas etapas de maduración de la uva. La viña ha enfrentado ese riesgo aplicando distintas técnicas de manejo como ajustar el espesor y altura de las hojas para una mejor protección del sol, manejo más preciso del riego, portainjertos resistentes a la sequía y menor densidad de plantaciones.
A las medidas en sus viñedos actuales, la compañía ha venido aplicando una segunda estrategia para su crecimiento buscando climas más fríos. Así, mientras en Cataluña ha ido comprando tierras a mayor altitud, en el caso de nuestro país busca crecer a nuevas ubicaciones desde su emplazamiento original en el valle de Curicó, al que arribó en 1979. “En la región del Penedès desde hace 12 años nos hemos desplazado a una mayor altura buscando climas más fríos, mientras que en Chile la respuesta para eso está en viajar más hacia el sur, donde hemos invertido en tierras”, explica Torres.
Tras comprar hace ocho años un campo de 300 hectáreas en el valle del Itata (Región del Biobío) dedicadas a cabernet sauvignon 100% orgánico, la viña también elabora vinos con uvas de la zona de Osorno -como su línea Cordillera de los Andes sauvignon blanc-, a partir de un acuerdo de larga data con productores locales.
“En Osorno –zona de la cual nadie hablaba como región de vinos hace 20 años- hay viñedos que están haciendo vinos muy interesantes y estamos viendo la posibilidad de comprar tierras en ese sector, y quizás un poco más al sur en dirección a Puerto Montt, para irnos preparando para el futuro. Por lo tanto, sí habrá un desplazamiento hacia el sur”, señala Torres, quien visitó esa zona a inicios de este mes.
Si bien precisa que el traslado a nuevos puntos al sur del país no va a ser inmediato, indica que este es un proceso “para el cual nos tenemos que ir preparando, partiendo por el hecho de que una parte de los vinos que elaboremos en Curicó empezará a venir del sur, para mejorar la calidad de los viñedos tradicionales”.
Metas de la compañía
Entre las metas ambientales de Miguel Torres Chile, destaca el aumento de la participación de las fuentes de energía solar desde 9% a niveles de 15% a 20%. “Es parte del compromiso de ir reduciendo nuestra huella de carbono, junto a otras medidas como ir bajando el peso de las botellas”, indica Jaime Valderrama, managing director de Viña Miguel Torres Chile.
El ejecutivo destaca el compromiso con este programa no obstante el escenario económico actual marcado por la inflación y el alza de los costos de los insumos y la logística. Pese a ello, espera un desempeño positivo al cierre de este año “creciendo en ventas del orden de 10%, tendencia que esperamos mantener a partir de un portfolio bien estructurado, productos que están en la tendencia del consumidor como los vinos orgánicos y una marca sólida”.
En una perspectiva de futuro, Miguel Torres señala a partir de los esfuerzos realizados por la compañía para mitigar los efectos del cambio climático que “tengo la esperanza de que llegue un momento en que el consumidor prefiera los vinos que se han ajustado a estas normas. He hablado con cadenas de supermercados que piensan hacer secciones para vinos que tengan programas importantes de reducción de emisiones”.
¿Es suficiente el nivel de conciencia de la industria respecto del cambio climático?
“No hay una preocupación tan grave como debería serlo. Las bodegas y los viñateros deberían estar intentando cambiar más las cosas”, sostiene Torres. Al mismo tiempo, destaca la participación en el IWCA de firmas chilenas como Undurraga y VSPT Wine Group, a lo que se sumaría Emiliana, “que está estudiando un posible ingreso en el grupo”.
“Wines of Chile se creó un sello de sostenibilidad y las viñas orgánicas creamos la primera asociación. Pero lo que falta es un compromiso sobre cuánto vamos a bajar la emisión y en cuánto tiempo. Y eso en Chile todavía no está”, acota Valderrama.
Los planes de preservación ambiental y de reforestación en la Patagonia
Miguel Torres extendió su visión de sostenibilidad y acción contra el cambio climático en Chile al área de la preservación ambiental con la adquisición de dos propiedades en el extremo sur del país. El plan partió en 2016 en Coyhaique con la compra de 740 hectáreas en Altos de Ñirehuao, y continuó dos años después en Aysén al adquirir el Fundo Los Cóndores de casi 6.000 hectáreas.
Siguiendo el esfuerzo que antes ha desarrollado en Cataluña y en las islas Canarias, la tarea establecida por Torres en la Patagonia apunta a profundizar los trabajos de reforestación para compensar, por un lado, la huella de carbono de la viña, y recuperar el paisaje que históricamente caracterizaba estas tierras ayudando a preservar la flora y fauna nativas.
“El plan es crear árboles que puedan absorber gases de efecto invernadero, tanto con árboles nativos respetando las condiciones naturales, como también otras variedades cuando sea imprescindible para así poder preparar los terrenos que estén en proceso de erosión. Estamos haciendo pruebas con el Instituto Forestal (Infor) que terminan en marzo y ahí vamos a ver el resultado de los diferentes ensayos y vamos a ver qué equilibrio se puede conseguir”, indica el empresario.